Como muchos ya saben, Walter Trout lleva bastantes meses luchando por conseguir un donante de hígado que le permita acometer un trasplante que ponga fin al sufrimiento que provoca su enfermedad y que los médicos ven como única solución a lo que todos tememos como inevitable. Las imágenes actuales de su figura, con esa extrema delgadez que tanto contrasta con su aspecto de hombre fortachón que siempre ha mostrado, la verdad es que le dejan a uno sumido en una gran preocupación.
Sin embargo durante todo este tiempo no ha consentido en abandonar su actividad musical en la medida que su salud se lo ha permitido y por eso ha seguido componiendo y tocando dando un ejemplo de lucha por lo más preciado que tenemos: la vida.
Fruto de esa actividad es este disco que ahora aparece y que, valores musicales aparte, nos muestra en sus letras los sentimientos que le invaden acerca tanto de la vida como de la muerte. Nos deja patentes sus ganas de vivir y la fuerza con que está afrontado este mal trago. De no ser por eso, por las letras, no se adivinaría nada de lo que está pasando, porque su voz y su guitarra siguen siendo de lo mejor que hay en el presente.
Un dato anecdótico es que para la ocasión se ha sumado John Mayall con un tema al piano prácticamente improvisado que nos hace rememorar aquellos años en que Walter Trout formó parte de los Bluesbreakers.
Ojalá que todo esto pase pronto y de la mejor forma.
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