A Lurrie Bell siempre le ha perseguido en su andadura musical la recurrente referencia a su padre, el legendario armonicista Carey Bell, y esto a pesar de que su instrumento fundamental ha sido la guitarra y no la armónica, pero no ha sido impedimento para que a lo largo de los años se haya construido su propio nombre y conseguido algún que otro merecido premio.
Su carrera en solitario iniciada en 1989 con el disco Everybody wants to win pronto se vio interrumpida por problemas con la droga, pero tras su reaparición en 1995 no ha dejado de acudir con cierta regularidad a los estudios de grabación a plasmar sus creaciones.
Sin ser un virtuoso de primera línea ni con la guitarra ni en su faceta de compositor sí que posee una voz especialmente dotada para el blues. Animo a escuchar este nuevo disco recientemente publicado donde disfrutaremos de un blues tradicional, con mucho sentimiento en su desarrollo que atrapa con fuerza.
