Cuentan las crónicas que Debbie Davies se rompió un brazo a finales de 2010 y que durante su obligada estancia en el dique seco dedicó el tiempo a componer nuevas canciones, en estrecha colaboración con su batería habitual Don Castagno, que han cristalizado en este magnífico trabajo, uno más, en la ya larga trayectoria de esta excelente guitarrista y cantante.
El disco es un ramillete de 11 canciones que abarcan diferente estilos de blues, con alguna balada intimista fruto de una triste vivencia ocurrida recientemente y que afectó a su vida sentimental, con momentos estelares de su guitarra y un trasfondo instrumental del que debo destacar el sonido del Hammond B-3 de Bruce Katz en alguno de los temas. Es un disco global en su variedad, se te hace corto y quisieras más. La verdad es que esta mujer, que ya pronto cumplirá los 60, me tiene absolutamente enganchado. Si Albert Collins pudiera ver desde el más allá la trayectoria que ha seguido aquella chica que tuvo en su banda desde 1988 hasta poco antes de morir, seguro que se sentiría orgulloso del resultado.
Un disco, en definitiva, que se escucha relajadamente, que te acompaña, que te seduce.
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